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Revista 4-2013

la mayoría de casos se ha acabado usando, principalmente en aquellos objetos o sistemas en donde las alternativas o eran prácticamente inexistentes o clara-mente menos económicas. La Arquitectura Textil no ha sido una excepción. Es bien sabido que el ma-terial más usado en este tipo de membranas lleva PVC en su recubrimiento. Evidentemente existen alternativas, pero dichas alternativas o son mucho más caras, o llevan materiales que tampoco están exentos de controversia en estos mismos aspectos, o no tienen las mismas propiedades que el PVC y por lo tanto requieren de procedimientos más sofisticados a la hora de la ejecución. Sea cual sea la razón, lo objetivo es que finalmente se han utilizado membra-nas con recubrimiento de PVC. Y ello no significa que el PVC sea inocuo, pero sí que nos da una idea de la poca o nula peligrosidad en su colocación y uso. El recubrimiento del PVC en las membranas textiles aporta color, textura, acabado, protección del tejido interior y, por encima de casi todas estas pro-piedades, aporta facilidad para la unión. Al tratarse de un termoplástico, mediante el calor se funde y permite unirse entre si, bien sea a través de aire o cuña caliente, o soldadura por alta fre-cuencia. Ciertos inconvenientes de durabilidad frente a otros recubrimientos también plásticos, (PTFE) tienden a compensarse a través del precio de cada uno de ellos. Analizadas pues las fases de fabricación y construcción e instalación (con los correspondientes transportes), llegamos a la parte final del ciclo de vida de dicho material. Y aquí nos encontramos con otro talón de Aquiles. Cuando el PVC pier-de sus características (evidentemente, las que lo hace útil como protección de las membranas textiles) el material sigue existiendo, llevando además la carga de muchos de los aditivos utilizados en su fabricación (colorantes, plastificantes, etc.). La experiencia de los últimos años nos indica que el final más habitual de las membranas usadas era el vertedero. Y por lo tanto nos encontramos otra vez con un problema de contaminación en el medio ambiente. No se trata de un inconveniente atribuible al material sino al usuario que quiere deshacerse de los desechos de la forma menos costosa, sin importarle el perjuicio que pueda causar al medio ambiente. Ante este hecho existe la posibilidad de abogar por una prohibición del PVC, es decir usar el aforismo de muerto el perro, muerto la rabia. Es cierto que si todos los materiales que usáramos fueran autodegradables en dos días, después de ser echados al vertedero, sería fantástico. Por des-gracia no es así y es difícil que lo sea. Pero también es cierto que existen, y se empiezan a aplicar, normativas para el control de desechos. No solo de PVC y no solo en la arquitectura. ¿Qué podemos hacer en este sentido con la Arquitectura Textil? Pues lo mismo que con cualquier otro tipo de arquitectura. Una vez finalizado el plazo de vida útil del edificio o de una parte concreta del edificio hay que ver que se hace con los escombros o dese-chos. Y en este sentido el PVC no es ni debe ser una excepción. Sabemos que bajo el criterio de las tres RRR (reducir, reciclar, reutilizar) cualquier material o elemento de-bería inscribirse en alguno de estos procesos una vez llegado el momento de su final de vida útil. En el caso del PVC podemos pensar en Reducir so-bretodo en el proceso de diseño. Sa-bemos que un buen diseño de forma y un buen patronaje pueden reducir de forma evidente el consumo de mate-ria prima, en este caso de membrana. Difícilmente podremos pensar en reutilizar una membrana con recu-brimiento de PVC, a excepción de aquellos casos de arquitectura efí-mera, en donde el material no agota ni muchísimo menos su capacidad de uso a través de una primera y úni- Ecoproyecta gmp architekten Ignasi Llorens toldo técnica 28


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