ACTUALIDAD
16
decidieron adornar y proteger sus balcones
con toldos verdes. No repararon
en que, sin querer, estaban configurando
y creando un marco fotográfico
con vigencia actual.
El inicio de la ‘moda’ coincide, a su
vez, con la emigración de las familias
del campo a las ciudades, con la mudanza
de las casas a los pisos. Desde
Toldos Fernández recuerdan, en conversación
con el periódico El Español
que “al principio, nosotros ofrecíamos
tan solo tres colores para poner en
los balcones de Málaga: azul, verde y
naranja. Y el que más gustaba era el
verde”. “Todos los modelos, al menos
aquí, en Puertollano (Ciudad Real),
eran estampados por un lado o por el
interior; y verdes (o de otro color) por
fuera”, cuenta Inmaculada, de Toldos
Mozos, tienda con más de 50 años de
experiencia afincada en la localidad
manchega.
¿Pero qué llevaba a los vecinos a optar
por el verde? En efecto, la poca gama
de colores era determinante. “Los naranjas
y amarillos deslumbran; los verdes
y los azules, en cambio, dejan una
luz muy bonita. Entonces, si tenías que
recomendar uno u otro, pues estaba
clara la preferencia…”, explica Inmaculada.
Pero no era lo único que influía.
“La estética era importante. La mayoría
de los edificios los ponían verdes.
Entonces, cuando te tocaba a ti decidir,
decías: ‘Pues como el del bloque
de al lado’. Por ir a la ‘moda’, vaya. Así
de simple”, prosigue Inmaculada.
Así, poco a poco, se empezó a configurar
un paisaje de toldos que se mantiene
un lustro después por una razón
tan banal como lógica: el ahorro de las
comunidades de vecinos. “Imagínate
que se te estropea el toldo. No lo puedes
poner de otro color porque tienes
que respetar la estética del edificio y
tendrías que llegar a un acuerdo con
tus vecinos para cambiar todos los
del bloque. Eso es mucho más caro y
nadie lo quiere hacer”, concluye Inmaculada.
Entonces, claro, pasan los años
y el verde sigue presente, en gran medida,
en localidades de la meseta, la
costa y el sur de España.
El verde remite a la naturaleza
No todos los motivos son racionales
–como los esgrimidos anteriormente.
El inconsciente tiene mucho peso en
las decisiones que tomamos. Y, en este
caso, jugó, sin duda, un papel muy
importante. “La gente lo pudo elegir,
simplemente, porque el verde pegaba
con el ladrillo anaranjado y marrón de
aquellos edificios”, se atreven a lanzar,
como hipótesis, desde Pinturas Javier.
“Es, además, un color que pega en
cualquier época del año y que remite
a la naturaleza, a la salud, al bienestar…
Que no es ni frío ni cálido. Muchas
de las familias que compraban
esos pisos típicamente setetenteros
venían del campo y el verde les podía